Algunas enfermedades de la sangre pueden provocar la aparición de hematomas sin razón aparente.
Trombocitopenia (plaquetas bajas): las plaquetas son esenciales para la coagulación. Cuando están en niveles bajos, los moretones se forman con facilidad.
Leucemia u otros trastornos hematológicos: además de los hematomas grandes, pueden aparecer petequias (pequeños puntos rojos en la piel), hemorragias nasales frecuentes, encías sangrantes y fatiga persistente.
2. Medicamentos
Ciertos fármacos alteran la coagulación o vuelven a los vasos sanguíneos más vulnerables.
Anticoagulantes y antiagregantes plaquetarios (como la warfarina o la aspirina) pueden causar sangrados internos que se manifiestan como hematomas.
Corticosteroides y algunos analgésicos debilitan las paredes de los capilares, facilitando la aparición de marcas en brazos y piernas.
3. Deficiencias vitamínicas
Una alimentación desequilibrada también puede ser responsable.
Vitamina C: esencial para la producción de colágeno. Su déficit fragiliza los vasos sanguíneos, generando moretones de curación lenta y sangrado de encías.
Vitamina K: clave para la coagulación sanguínea. La falta de esta vitamina retrasa la cicatrización y aumenta el riesgo de sangrados internos.
4. Enfermedades autoinmunes
Algunos trastornos del sistema inmunitario pueden atacar directamente los vasos sanguíneos.
Lupus o vasculitis: suelen generar moretones a lo largo del trayecto venoso, acompañados de dolor articular, erupciones cutáneas y fatiga.
5. Enfermedades hepáticas
El hígado produce proteínas indispensables para la coagulación. Cuando este órgano se ve afectado, la sangre pierde capacidad para detener los sangrados.
Los pacientes con cirrosis, hepatitis crónica o insuficiencia hepática pueden presentar hematomas en el abdomen, además de ictericia (piel y ojos amarillos), hinchazón abdominal y cansancio extremo.
Remedios naturales: alivio, pero no solución
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