Un niño multimillonario encuentra a una niña inconsciente que abraza a gemelos: La sorprendente verdad que rompió Lee

Esa misma tarde, Jack convocó una reunión con sus abogados.
— Quiero solicitar la tutela temporal —anunció—. Y necesito medidas de protección para los niños.

— Señor Morrison —vaciló uno de los abogados—, no tiene ninguna conexión legal con estos niños. Será difícil justificarlo.

— Entonces busquen la manera —respondió Jack, golpeando la mesa—. Estos niños no volverán a la casa de Robert Matthus. No mientras yo viva.

Mientras los abogados discutían estrategias, Jack recibió un mensaje de Sara.
“Lily te está buscando. Dibujó algo que quiere mostrarte.”

En la habitación de los niños, Lily esperaba con un papel en la mano. Era un dibujo con lápiz de cinco figuras de palo, tres pequeñas y dos grandes.
— Somos nosotros —explicó tímidamente—. Tú, yo, Emma, Izen y Sara, una familia.

Jack sintió lágrimas rodar por sus ojos. Abrazó a Lily con fuerza.
— Sí, querida —susurró—. Somos una familia.

Sara, abrazando a Emma frente a la habitación, sonrió entre lágrimas.

El momento fue interrumpido por la vibración del teléfono de Jack.

Era Tom, otra vez.
— Tenemos que hablar, es urgente. Robert Matthus ha sido visto en Nueva York.

Jack miró a Lily, que todavía se aferraba a él, orgullosa mostrando dónde había dibujado a los gemelos. Luego miró a Emma, en los brazos de Sara, durmiendo pacíficamente en su cuna. Una familia que protegería a toda costa.

Se acercaba la tormenta, pero estaba listo para enfrentarla.
— Nadie te hará daño —susurró—, ni a ti, ni a los niños. No otra vez.

Lo que no sabía era que Robert Matthus estaba más cerca de lo que pensaba, y la verdadera prueba de su compromiso estaba por comenzar.

La foto en blanco y negro en la pantalla de la computadora de Jack mostraba a un hombre alto y guapo saliendo de un hotel lujoso en Manhattan. Robert Matthus tenía un tipo de rostro que inspiraba confianza a primera vista, y por eso era aún más peligroso.

— La tomaron ayer —dijo Tom por teléfono—. Está alojado en una suite ejecutiva en el Peninsula. Hace muchas llamadas y se reúne con gente en restaurantes caros. Está moviendo grandes sumas de dinero.

— ¿Sabes a dónde va ese dinero?
— No aún —respondió Tom con vacilación—. Hay algo raro en sus finanzas. Para alguien en su posición, es un gran riesgo. Parece desesperado.

Jack pensó un momento. Desde la ventana de su oficina vio a Lily jugando en el jardín con Sara y los gemelos. La joven estaba más relajada últimamente. Incluso había empezado a sonreír de nuevo.

La idea de que esa paz pudiera romperse le apretó el estómago.

El intercomunicador sonó.
— Señor Morrison, un guardia vio un coche sospechoso circulando por el vecindario por tercera vez.

— ¿Ya tomaron foto de la matrícula?
— Sí, señor. Ya la enviamos para revisión.

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