Sentirse cansado después de un día ajetreado es normal, pero cuando la fatiga es constante y no mejora con el descanso, puede ser un signo de diabetes. Esto ocurre porque las fluctuaciones del azúcar en sangre impiden que las células utilicen la glucosa de manera adecuada como fuente de energía. El resultado es una sensación permanente de agotamiento y debilidad.
4. Manchas oscuras en la piel
La acantosis nigricans es una alteración cutánea que se caracteriza por la aparición de manchas oscuras, aterciopeladas y engrosadas en áreas como el cuello, las axilas o la ingle. Esta condición indica resistencia a la insulina, uno de los principales precursores de la diabetes tipo 2. Detectarla a tiempo puede ser clave para iniciar cambios en la alimentación y el estilo de vida.
5. Sed y micción excesivas
Una de las señales más comunes es la sed intensa y constante acompañada de micción frecuente. El motivo es que cuando los niveles de glucosa en sangre son muy altos, los riñones trabajan para eliminar el exceso de azúcar a través de la orina. Este proceso provoca deshidratación y lleva a la necesidad de beber agua de manera compulsiva.
6. Visión borrosa
La diabetes puede afectar la vista incluso en sus primeras fases. Los niveles elevados de glucosa alteran la forma de los vasos sanguíneos que irrigan los ojos, lo que causa visión borrosa o fluctuante. Aunque en algunos casos esta alteración es temporal, si no se controla puede dar lugar a complicaciones graves como la retinopatía diabética, que puede conducir a la pérdida parcial o total de la visión.
7. Heridas de cicatrización lenta
El exceso de glucosa en sangre daña los vasos sanguíneos y dificulta la correcta circulación. Esto hace que las heridas y cortes pequeños tarden más tiempo en cicatrizar, aumentando también el riesgo de infecciones. Una simple ampolla en el pie, que normalmente sanaría en pocos días, puede convertirse en una complicación seria para una persona con diabetes.
8. Pérdida de peso inexplicable
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